Se observa desde el paseo marítimo de Limpias, al fondo, la subida hacia la Aparecida desde Marrón.
Una mañana de finales del verano, en vísperas del día de la Patrona, partimos hacia la Aparecida desde el pequeño barrio de Marrón (Ampuero). ¡Ojo!, el día de la Aparecida mejor no hacer la subida, porque los limpios aires de la zona se ven reemplazados por los humos de tubos de escape de todos los perezosos que suben a la romería y la misa.
El barrio de Marrón.
Después de comprobar que de su famosa fuente sigue manando un agua riquísima y cristalina (no pocos vecinos del entorno acuden a proveerse de botellas de agua para el consumo habitual), comenzamos la subida y el primer alto en el camino es la Iglesia de Santa María de Marrón, nos cuenta el Catálogo Monumental de las Cuencas del Asón Agüera (Miguel Ángel Aramburu-Zabala y Celestina Losada Varea) que la fecha de construcción debe ser cercana a la de 1571 (nada menos).
La Iglesia de Santa María de Marrón.
Como observaréis, las ruinas del edificio avanzan bajo la constante afectación de los agentes atmosféricos. Una gran pena y, desde aquí, denunciamos que el Ayuntamiento no se moleste ni tan siquiera en consolidarlas.. Desde aquí, Sr. Alcalde de Ampuero, dejamos constancia de que su espadaña aun se encuentra en pié.
La entrada del cementario de Marrón.
Unos pocos pasos más adelante nos encontramos con el sencillo cementerio de la localidad.
Paisaje bucólico.
La subida no es apta para grandes fumadores, pero todos los que se encuentren con sus bioritmos en punto óptimo, suben sin fatigas, incluidos niños.
Bamos subiendo la "cuestona" entre robles, avellanos y otras especies autóctonas, no importa el sol del mediodía porque sobre nosotros se tapiza un sensacional tunel verde. A medida que avanzamos, nos encontramos con espacios bucólicos y nos preguntamos si no nos habremos perdido por algún rincón de los dibujos de "Heidi".
Cabaña en la subida.
El camino se encuentra salpicado de cabañas, algunas de ellas con, en fin, reformas que hacen anhelar los tipos y materiales constructivos de nuestros tatarabuelos.
Toda la subida se encuentra jalonada de árboles autóctonos de gran porte (robles, castaños, avellanos, laureles). Aquí, al fondo, la desembocadura del Asón.
A punto de llegar a Hoz decidimos interrumpir la subida y dejarla para otro momento, los "urbanitas" del grupo no dan más de sí y apremian para bajar a sentarse en una terracita. Qué se le va a hacer, continuaremos hasta el Santuario en otro post.